martes, 17 de mayo de 2011

TIEMPO DE CUARESMA

Los cristianos nos preparamos para celebrar el misterio pascual de Cristo, su pasión, muerte y resurrección. Cada año, este acontecimiento de dolor y de júbilo, de muerte y de vida, de aparente derrota y a la vez triunfo expresa que Cristo ha venido “para darnos vida y vida en abundancia” (Jn 10, 10b), así mismo nos deja ver la misericordia de Dios que no quiere la muerte del pecador, sino “que se convierta de su mala conducta y viva” (Ez 18, 23b), y nos revela el designio del amor de Dios que no ha abandonado al hombre a su suerte, que no lo ha dejado solo a pesar de su pecado e infidelidad, sino que lo sigue protegiendo y colmando de sus dones.

La cuaresma como camino hacia la pascua es una actualización del misterio de la cruz y de la resurrección. No es una simple remembranza del pasado, sino un memorial, un recuerdo vivo que actualiza y renueva el amor de Dios por la humanidad. La cuaresma es el paso del sufrimiento a la gloria y como tiempo litúrgico comienza con la imposición de la santa ceniza trazando sobre la frente la cruz y acompañando este gesto con las palabras: “Conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1, 15); “eres polvo y al polvo volverás” (Gn 3, 19c). Indudablemente la imposición de la ceniza es un gesto externo que evoca nuestra condición humana y pecadora y nos invita a una renovación del corazón; es decir, a la conversión.

La cuaresma es un tiempo privilegiado para volver nuestra mirada a Dios, para revisar nuestra vida y reconocer nuestras limitaciones delante de Dios y para cambiar de actitud. En otras palabras “Recomenzar desde Cristo” (DA 549). Por lo tanto, estos cuarenta días, que se prolongan hasta el Jueves Santo cuando se inicia el Triduo Pascual, son días de reflexión profunda, días de penitencia, días de arrepentimiento sincero.

Durante este camino, experiencia de dolor hasta la Pascua como acontecimiento de júbilo, caminaremos con el pueblo de Israel que anduvo durante cuarenta años por el desierto para llegar a la tierra prometida. El desierto se convirtió en símbolo de fe y purificación. Nuestro itinerario, a través del desierto, es un camino que nos sumerge en los misterios del amor de Dios, que nos ayuda a profundizar en nuestra propia realidad y que nos recuerda la necesidad de abandonarnos en las manos de Dios. Somos peregrinos en este mundo, caminantes que debemos peregrinar hasta alcanzar “la corona imperecedera de la gloria” (1 P 5, 4).

La cuaresma nos recuerda las tentaciones de Jesús en el desierto en donde fue tentado por el diablo. Allí venció a fuerza del amor y del bien la tentación del poder, del tener y del placer por el placer. En el desierto Jesús nos enseñó que es posible vencer la tentación. Como Jesús, nosotros también somos tentados, todos los días en nuestra vida nos vemos enfrentados a la tentación del desánimo, del derrotismo, del triunfalismo, del individualismo, de la indiferencia, del egoísmo; pero si nos acogemos a la bondad y a la generosidad de Dios podemos estar convencidos que venceremos el mal. Por eso, con justa razón decimos en el Padrenuestro: “no nos dejes caer en la tentación” (Lc 11, 4) y líbranos del mal.

La cuaresma es también un camino de conversión; en este camino nos levantamos, como el hijo pródigo, para regresar a la casa del Padre. Nuestro retorno es el fruto de una reflexión profunda, de una decisión con fortaleza y de la actitud de ponernos en camino.

La cuaresma es un camino del dolor al júbilo, es decir, comienza con la experiencia significativa del dolor de la cruz, de la pasión, del padecimiento por los pecados, de la contrición, de la tristeza frente a la maldad, del sufrimiento que nos causa el alejamiento de Dios. En este camino de dolor, Jesús nos da su gracia y nos levanta de nuestras miserias para alegrar nuestro corazón. De ahí que la cuaresma signifique el paso del dolor al júbilo, a la alegría de la pascua, al gozo de la resurrección.

1 comentario:

  1. Hola no sé si me leen pero creo yo que deberían actualizar el blog, yo quería averiguar sobre las peregrinaciones y no pude,

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