martes, 20 de diciembre de 2011

PASTORAL SOCIAL


Comenzamos las entregas de mercados que todos ustedes generosamente han donado para nuestros hermanos más necesitados.
También, el grupo de Damas Salesianas visitó el área de neo-natos del Hospital de Engativá y entregó los primeros kits para los recién nacidos.

¡QUE EL SEÑOR SIGA BENDICIENDO SU GENEROSIDAD!





lunes, 19 de diciembre de 2011

CELEBRACIÓN DE LA NAVIDAD CON LOS GRUPOS APOSTÓLICOS.
18 de diciembre de 2011

El pasado domingo celebramos la navidad con todos los miembros de los grupos apostólicos de nuestra parroquia. En esta actividad rezamos la novena de aguinaldos, cantamos villancicos y compartimos un delicioso almuerzo. 
¡Las puertas de nuestra parroquia siguen abiertas para todos ustedes!
















ADVIENTO
¡La espera a la llegada del Salvador!

La Iglesia, para comenzar el año litúrgico, celebra la llegada de Cristo con una gran fiesta a la cual llamamos Navidad. Esta fiesta es tan importante para los cristianos que la Iglesia, antes de celebrarla, prepara a sus hijos durante el período conocido como Adviento. Ya desde tiempos remotos la Iglesia acostumbra tener esta preparación.
La palabra Adviento, como se conoce este temporada, significa "llegada" y claramente indica el espíritu de vigilia y preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros, durante los cuatro domingos que anteceden a la fiesta de Navidad, los cristianos preparan su alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia entre nosotros.
Durante el Adviento los cristianos renuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la generosidad y la caridad con los que nos rodean, es decir, renovarnos procurando ser mejores para recibir a Jesús.
La Iglesia durante las cuatro semanas anteriores a la Navidad y especialmente los domingos dedica la liturgia de la misa a la contemplación de la primera "llegada" de Cristo a la tierra, de su próxima "llegada" triunfal y la disposición que debemos tener para recibirlo. El color morado de los ornamentos usados en sus celebraciones nos recuerda la actitud de penitencia y sacrificio que todos los cristianos debemos tener para prepararnos a tan importante celebración.
En este período mas que fijarnos en la serie de hechos históricos que sucedieron antes del nacimiento de Cristo, se debe meditar en el misterio de la Salvación que en ellos se contiene. De alguna manera este tiempo nos hace repasar el camino de la salvación, preparándonos para seguirlo. El recuerdo de los hechos históricos que narran como Cristo que es Dios se hizo hombre para salvarnos reafirman nuestra fe. La alegría de saber que ese Dios viene de nuevo a nosotros nos llena de esperanza. El deseo de prepararnos para recibirle bien por la penitencia, el sacrificio o el ejercicio de la generosidad y amabilidad con los que nos rodean reaviva nuestra caridad.


Diego Córdoba
diego.cordoba.prieto@gmail.com

sábado, 1 de octubre de 2011

SAN BASILIO EN MARCHA

      Estaremos llevando a cabo la catequesis de preparación a los sacramentos de PRIMERA COMUNIÓN y CONFIRMACIÓN para personas adultas. Inicia el domingo 4 de septiembre (8 sesiones). Informes e inscripciones en el despacho parroquial.
      Están abiertas las inscripciones para la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de las Lajas en Ipiales (con visita a Buga, Pasto, Tulcán Ecuador, Popayán y Armenia) que se llevará a cabo del 7 al 13 de Octubre. Valor por persona $780.000. Las personas interesadas pueden acercarse al despacho parroquial para recibir más información.
      Siguen abiertas las inscripciones para pertenecer al grupo de BRIGADISTAS de la parroquia y asistir al curso de primeros auxilios con la CRUZ ROJA. Informes e inscripciones en el despacho parroquial.

SAN JUAN MARÍA VIANNEY

SAN JUAN MARÍA VIANNEY
Patrono de los Sacerdotes
4 de Agosto: Fiesta del Santo Cura de Ars

Sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades para llegar a ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el confesonario transformaron el pueblo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo Cura. Es patrono de los párrocos.
Juan María Vianney nació el 8 de Mayo de 1786 en Dardilly, aldea cercana a Lyon (Francia) y fue bautizado el mismo día. De padres muy cristianos, era el cuarto de ocho hermanos. La familia Vianney vivía del trabajo en el campo y del cuidado del rebaño. Desde muy pequeño Juan María participó con sus padres y hermanos en estas arduas tareas, donde el contacto con la naturaleza y con la gente humilde le fue despertando su vocación al ministerio sacerdotal. Con frecuencia reunía a sus compañeros pastores para compartir con ellos todo aquello que su madre le iba enseñando acerca de la fe cristiana. Y ya desde pequeño manifestaba una devoción muy grande por la Virgen María.

El 13 de Agosto de 1815 fue ordenado sacerdote a los 29 años de edad. A su primera misa, en la capilla del Seminario de Grenoble, no le acompañó apenas nadie. Sin embargo, al fin, su dicha estaba colmada, y mucho más cuando fue enviado a Ecculy como ayudante de su gran amigo y protector, el Padre Balley. Al principio de su ministerio sacerdotal a Juan María se le negaron las licencias para poder confesar, y sólo después de la insistencia del Padre Balley a la autoridad eclesiástica se las concedieron, siendo él su primer penitente. En 1817 su querido Padre Balley murió en sus brazos y como anécdota cabe destacar que Juan María, tan desprendido de las cosas materiales, conservaría hasta su muerte un espejo de mano del Padre Balley alegando que este espejo “había reflejado su rostro”. Lo que más preocupaba a Juan María era la ignorancia religiosa de su pueblo. Su falta de memoria para los sermones la trataba de compensar con noches enteras de preparación y memorización de los mismos. Enseñaba el catecismo a los niños en la casa rectoral antes de que se marcharan a trabajar temprano al campo. Y se propuso acabar con la profanación del Domingo, ya que los hombres durante el día iban a trabajar al campo y por la tarde y noche acudían a los bailes y tabernas. Tan grande fue su influencia que llegó una época donde todas las tabernas de Ars tuvieron que cerrar sus puertas por la falta de personas. A los dos años de su estancia en Ars quisieron trasladarlo, pero el pueblo entero se opuso y para asegurar su futuro, el pueblo pidió que su villa fuese erigida en parroquia regular y que su párroco fuese el Cura de Ars.

Famosos son los asedios que por parte del demonio experimentaba Juan María. Éstos comenzaron el invierno de 1824 y se traducían en horribles ruidos y gritos que parecían provenir del exterior de la casa parroquial. Estos asedios eran continuos incluso cuando el santo cura no se hallaba en el pueblo. Una mañana en la que se disponía a celebrar la misa el demonio incendió su cama y el cuarto parecía arder, sin inmutarse les dio las llaves a algunos hombres para que apagaran el fuego mientras él celebraba la misa, sabía que el demonio quería impedir la misa y no pensaba permitírselo. Hoy en día puede observarse en Ars, sobre el cabecero de la cama, un cuadro con su cristal con las marcas de las llamas de fuego. En otras ocasiones el demonio por espacio de horas lo martirizaba con ruidos, silbidos, relinchos, y hasta le gritaba: “Vianney, Vianney, come papas”.
Con todo ello pretendía no dejarle descansar por las noches y que no pudiera estar durante horas en el confesionario, ya que eran miles de personas las que a lo largo del año pasaban por Ars para confesar y encontrar consuelo en los coloquios con Juan María. Parece que en 1845 cesaron las instigaciones del demonio, y el Cura de Ars fue agraciado con un poder extraordinario para expulsar demonios de las personas poseídas.

Habían pasado 41 años desde el primer día en el que Juan María llegó a Ars. El viernes 29 de Julio de 1859 el Santo Cura de Ars, que confesaba desde la 1.00 a.m., cayó gravemente enfermo. Fue la última vez que se le vio en la iglesia. En los días sucesivos fue visitado por su obispo, recibió la comunión rodeado de numerosos sacerdotes y, finalmente, a las 2.00 a.m. del sábado 4 de Agosto de 1859 pasaba a la casa del Padre. Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de Ars. El 8 de Enero de 1905, el papa Pío X beatificó al Cura de Ars; y en la fiesta de Pentecostés del 31 de Mayo de 1925 fue canonizado por el papa Pío XI.}

“Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas que sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos”
(San Juan María Vianney).

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
16 de Julio: Fiesta de la Virgen del Monte Carmelo

Patrona de las fuerzas armadas, de los transportadores y de los comerciantes. Una de las devociones más populares en América ha sido siempre la de la Santísima Virgen del Carmen.
Su nombre proviene del Monte Carmelo, que se encuentra ubicado en Israel. A este monte se retiraba a rezar el profeta Elías, y en una ocasión en la cual Dios había castigado a su pueblo rebelde con un verano de tres años, Elías estando rezando en la cima del Monte Carmelo envió a su secretario a que observara en el horizonte para ver si veía algo. El otro regresó a contarle que se observaba una pequeña nube. Con esto entendió Elías que ya iban a llegar las lluvias. Y en efecto, la nube fue creciendo y se convirtió en una inmensa y muy provechosa lluvia que alegró enormemente a aquellas gentes que llevaban 36 meses sin agua.
La Iglesia Católica ha creído que esa nubecilla que apareció en el Monte Carmelo era imagen o anuncio de María, la cual al aparecer en este mundo nos trajo la más bella noticia: que con Ella, por medio de su Hijo Jesucristo, nos llegaría la más grande y provechosa lluvia de gracias sobre todos nosotros, pobres pecadores (Carmen significa tierra fértil que produce muy buenos frutos. Eso es la devoción a Nuestra Señora del Carmen).
Desde hace muchos siglos se reunieron en el Monte Carmelo varios monjes a rezar y hacer penitencia, y la gente los llamaba Los Carmelitas. Estos religiosos le tenían una gran devoción a la Virgen Santísima y le erigieron un templo en esa hermosa montaña. Pero en el siglo XI llegaron los Mahometanos, terribles enemigos de la religión católica, y destruyeron todo a sangre y fuego. Muchos monjes murieron mientras cantaban himnos a la Santísima Virgen, pero algunos lograron huir, embarcarse y llegar hasta Italia. Allá empezaron a propagar la devoción a la Virgen y la gente los seguían llamando Los Carmelitas. En la actualidad, los Padres y las Hermanas Carmelitas siguen propagando en todas partes la devoción a Nuestra Señora.

El carmelita más famoso.
Entre los monjes llegados del Monte Carmelo hubo uno que se hizo célebre por su santidad, por su amor a la Virgen y sobre todo por una aparición en la que estuvo presente. Fue San Simón Stock. Dice la tradición que un 16 de Julio (de 1251) la Santísima Virgen se le apareció y le prometió conceder ayudas muy especiales a quienes porten el Santo Escapulario como un acto de cariño y devoción de honor de la Madre de Dios y con deseo de convertirse y llevar una vida más santa.

La devoción del Santo Escapulario.
Muy pronto empezaron a notarse en todas partes las bendiciones y ayudas tan especiales que la Madre de Dios concedía a los que llevaban con fe y devoción el Santo Escapulario. Incendios que se detenían, inundaciones que cesaban, tentaciones que se alejaban y pecadores que se convertían. En Francia en plena batalla el rey Luis XI vio que a un soldado le llegaba una flecha dirigida hacia su corazón y en cambio se le clavaba el escapulario y no le hacía ningún daño. Inmediatamente el rey y todos sus generales pidieron el escapulario y se lo colocaron. Ya sabemos que lo que salva de los peligros no es el escapulario en sí, sino la Santísima Virgen que protege y defiende a quienes llevan esa insignia como señal del aprecio y la devoción que sienten por ella. Ahora la Santa Iglesia Católica ha declarado que el escapulario se puede reemplazar por una medalla de la Virgen y esta sigue haciendo prodigios cada día a favor de quienes llevan con devoción el Santo Escapulario o su medalla y se esfuerzan por volverse mejores creyentes.
Antiguas tradiciones narraban que la Santísima Virgen había prometido visitar en el purgatorio a sus devotos. Por eso la devoción de la Virgen del Carmen está muy ligada a la devoción a las benditas almas. ¡Que Nuestra Señora del Carmen siga protegiendo a nuestro pueblo y le consiga la gracia de convertirse y llegar a la santidad!




Consagración a la Virgen del Carmen

El devoto de la Virgen del Carmen procurará cada día -cuando mejor pueda- hacer esta consagración a su Madre:
"¡Oh, María, Reina y Madre del Carmelo! Vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida es como un pequeño tributo por tantas gracias y beneficios como he recibido de Dios a través de tus manos.
Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu escapulario, te ruego que sostengas con tu fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente y aumentes en mi la fe, la esperanza y la caridad, para que cada día pueda rendirle el tributo de mi humilde homenaje.
El santo escapulario atraiga sobre mí tus miradas misericordiosas, sea para mi prenda de tu particular protección en luchas de cada día y constantemente me recuerdes el deber de pensar en Ti y revestirme de tus virtudes.
De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.
¡Oh, Madre amabilísima! Sostenme con tu amor indefectible, a fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día cambiar tu escapulario por el eterno vestido nupcial y habitar contigo y con los santos del Carmelo en el reino de tu Hijo". Amén.

martes, 17 de mayo de 2011

SEMANA SANTA 2011

Ha terminado la cuaresma, el tiempo de conversión interior y de penitencia, ha llegado el momento de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Después de la entrada triunfal en Jerusalén, ahora asistiremos a la institución de la Eucaristía, oraremos junto al Señor en el Huerto de los Olivos y le acompañaremos por el doloroso camino que termina en la Cruz.Durante la semana santa, las narraciones de la pasión renuevan los acontecimientos de aquellos días; los hechos dolorosos podrían mover nuestros sentimientos y hacernos olvidar que lo más importante es buscar aumentar nuestra fe y devoción en el Hijo de Dios.

La Liturgia dedica especial atención a esta semana, por la importancia que tiene para los cristianos el celebrar el misterio de la Redención de Cristo, quien por su infinita misericordia y amor al hombre, decide libremente tomar nuestro lugar y recibir el castigo merecido por nuestros pecados. Para esta celebración, la Iglesia invita a todos los fieles al recogimiento interior, haciendo un alto en las labores cotidianas para contemplar detenidamente el misterio pascual, no con una actitud pasiva, sino con el corazón dispuesto a volver a Dios, con el ánimo de lograr un verdadero dolor de nuestros pecados y un sincero propósito de enmienda para corresponder a todas las gracias obtenidas por Jesucristo. 
Para los cristianos la semana santa no es el recuerdo de un hecho histórico cualquiera, es la contemplación del amor de Dios que permite el sacrificio de su Hijo, el dolor de ver a Jesús crucificado, la esperanza de ver a Cristo que vuelve a la vida y el júbilo de su Resurrección.
En los inicios de la cristiandad ya se acostumbraba la visita de los santos lugares. Ante la imposibilidad que tienen la mayoría de los fieles para hacer esta peregrinación, cobra mayor importancia la participación en la liturgia para aumentar la esperanza de salvación en Cristo resucitado.
La Resurrección del Señor nos abre las puertas a la vida eterna, su triunfo sobre la muerte es la victoria definitiva sobre el pecado. Este hecho hace del domingo de Resurrección la celebración más importante de todo el año litúrgico. Para nosotros no existen cosas extraordinarias, calumnias, disgustos, problemas familiares, dificultades económicas y todos los contratiempos que se nos presentan, al contrario, estos servirán para identificarnos con el sufrimiento del Señor en la pasión, sin olvidar el perdón, la paciencia, la comprensión y la generosidad para con nuestros semejantes.La muerte de Cristo nos invita a morir también, no físicamente, sino a luchar por alejar de nuestra alma la envidia, el egoísmo, la soberbia, la avaricia, es decir, la muerte del pecado para estar debidamente dispuestos a la vida de la gracia.
Resucitar en Cristo es salir de las tinieblas del pecado para vivir en la gracia divina. Ahí está el sacramento de la penitencia, el camino para revivir y reconciliarnos con Dios. Es la dignidad de hijos de Dios que Cristo alcanzó con la Resurrección.Así, mediante la contemplación del misterio pascual y el concretar propósitos para vivir como verdaderos cristianos, la pasión, muerte y resurrección adquieren un sentido nuevo, profundo y trascendente, que nos llevará en un futuro a gozar de la presencia de Cristo resucitado por toda la eternidad.

SAN BASILIO EN MARCHA


      Estamos realizando los talleres “Familiarizándonos con la oración” todos los Jueves de 7:00 a 9:00 p.m. en el Salón San Viator de nuestra parroquia. Los cursos son dictados por los religiosos de los Clérigos de San Viator.

      El 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor, tendremos a las 6:00 p.m. el Santo Rosario y a las 7:00 p.m. la consagración al Inmaculado Corazón de María.

      Todos los Viernes de Cuaresma a las 6:00 p.m. en el templo parroquial, estaremos meditando el Santo Viacrucis.

      En este tiempo de cuaresma, la Iglesia realiza la campaña de “Comunicación Cristiana de bienes”. Invitamos a todos a colaborar con los mercados para la Pastoral Social de nuestra parroquia.

TIEMPO DE CUARESMA

Los cristianos nos preparamos para celebrar el misterio pascual de Cristo, su pasión, muerte y resurrección. Cada año, este acontecimiento de dolor y de júbilo, de muerte y de vida, de aparente derrota y a la vez triunfo expresa que Cristo ha venido “para darnos vida y vida en abundancia” (Jn 10, 10b), así mismo nos deja ver la misericordia de Dios que no quiere la muerte del pecador, sino “que se convierta de su mala conducta y viva” (Ez 18, 23b), y nos revela el designio del amor de Dios que no ha abandonado al hombre a su suerte, que no lo ha dejado solo a pesar de su pecado e infidelidad, sino que lo sigue protegiendo y colmando de sus dones.

La cuaresma como camino hacia la pascua es una actualización del misterio de la cruz y de la resurrección. No es una simple remembranza del pasado, sino un memorial, un recuerdo vivo que actualiza y renueva el amor de Dios por la humanidad. La cuaresma es el paso del sufrimiento a la gloria y como tiempo litúrgico comienza con la imposición de la santa ceniza trazando sobre la frente la cruz y acompañando este gesto con las palabras: “Conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1, 15); “eres polvo y al polvo volverás” (Gn 3, 19c). Indudablemente la imposición de la ceniza es un gesto externo que evoca nuestra condición humana y pecadora y nos invita a una renovación del corazón; es decir, a la conversión.

La cuaresma es un tiempo privilegiado para volver nuestra mirada a Dios, para revisar nuestra vida y reconocer nuestras limitaciones delante de Dios y para cambiar de actitud. En otras palabras “Recomenzar desde Cristo” (DA 549). Por lo tanto, estos cuarenta días, que se prolongan hasta el Jueves Santo cuando se inicia el Triduo Pascual, son días de reflexión profunda, días de penitencia, días de arrepentimiento sincero.

Durante este camino, experiencia de dolor hasta la Pascua como acontecimiento de júbilo, caminaremos con el pueblo de Israel que anduvo durante cuarenta años por el desierto para llegar a la tierra prometida. El desierto se convirtió en símbolo de fe y purificación. Nuestro itinerario, a través del desierto, es un camino que nos sumerge en los misterios del amor de Dios, que nos ayuda a profundizar en nuestra propia realidad y que nos recuerda la necesidad de abandonarnos en las manos de Dios. Somos peregrinos en este mundo, caminantes que debemos peregrinar hasta alcanzar “la corona imperecedera de la gloria” (1 P 5, 4).

La cuaresma nos recuerda las tentaciones de Jesús en el desierto en donde fue tentado por el diablo. Allí venció a fuerza del amor y del bien la tentación del poder, del tener y del placer por el placer. En el desierto Jesús nos enseñó que es posible vencer la tentación. Como Jesús, nosotros también somos tentados, todos los días en nuestra vida nos vemos enfrentados a la tentación del desánimo, del derrotismo, del triunfalismo, del individualismo, de la indiferencia, del egoísmo; pero si nos acogemos a la bondad y a la generosidad de Dios podemos estar convencidos que venceremos el mal. Por eso, con justa razón decimos en el Padrenuestro: “no nos dejes caer en la tentación” (Lc 11, 4) y líbranos del mal.

La cuaresma es también un camino de conversión; en este camino nos levantamos, como el hijo pródigo, para regresar a la casa del Padre. Nuestro retorno es el fruto de una reflexión profunda, de una decisión con fortaleza y de la actitud de ponernos en camino.

La cuaresma es un camino del dolor al júbilo, es decir, comienza con la experiencia significativa del dolor de la cruz, de la pasión, del padecimiento por los pecados, de la contrición, de la tristeza frente a la maldad, del sufrimiento que nos causa el alejamiento de Dios. En este camino de dolor, Jesús nos da su gracia y nos levanta de nuestras miserias para alegrar nuestro corazón. De ahí que la cuaresma signifique el paso del dolor al júbilo, a la alegría de la pascua, al gozo de la resurrección.