sábado, 1 de octubre de 2011

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
16 de Julio: Fiesta de la Virgen del Monte Carmelo

Patrona de las fuerzas armadas, de los transportadores y de los comerciantes. Una de las devociones más populares en América ha sido siempre la de la Santísima Virgen del Carmen.
Su nombre proviene del Monte Carmelo, que se encuentra ubicado en Israel. A este monte se retiraba a rezar el profeta Elías, y en una ocasión en la cual Dios había castigado a su pueblo rebelde con un verano de tres años, Elías estando rezando en la cima del Monte Carmelo envió a su secretario a que observara en el horizonte para ver si veía algo. El otro regresó a contarle que se observaba una pequeña nube. Con esto entendió Elías que ya iban a llegar las lluvias. Y en efecto, la nube fue creciendo y se convirtió en una inmensa y muy provechosa lluvia que alegró enormemente a aquellas gentes que llevaban 36 meses sin agua.
La Iglesia Católica ha creído que esa nubecilla que apareció en el Monte Carmelo era imagen o anuncio de María, la cual al aparecer en este mundo nos trajo la más bella noticia: que con Ella, por medio de su Hijo Jesucristo, nos llegaría la más grande y provechosa lluvia de gracias sobre todos nosotros, pobres pecadores (Carmen significa tierra fértil que produce muy buenos frutos. Eso es la devoción a Nuestra Señora del Carmen).
Desde hace muchos siglos se reunieron en el Monte Carmelo varios monjes a rezar y hacer penitencia, y la gente los llamaba Los Carmelitas. Estos religiosos le tenían una gran devoción a la Virgen Santísima y le erigieron un templo en esa hermosa montaña. Pero en el siglo XI llegaron los Mahometanos, terribles enemigos de la religión católica, y destruyeron todo a sangre y fuego. Muchos monjes murieron mientras cantaban himnos a la Santísima Virgen, pero algunos lograron huir, embarcarse y llegar hasta Italia. Allá empezaron a propagar la devoción a la Virgen y la gente los seguían llamando Los Carmelitas. En la actualidad, los Padres y las Hermanas Carmelitas siguen propagando en todas partes la devoción a Nuestra Señora.

El carmelita más famoso.
Entre los monjes llegados del Monte Carmelo hubo uno que se hizo célebre por su santidad, por su amor a la Virgen y sobre todo por una aparición en la que estuvo presente. Fue San Simón Stock. Dice la tradición que un 16 de Julio (de 1251) la Santísima Virgen se le apareció y le prometió conceder ayudas muy especiales a quienes porten el Santo Escapulario como un acto de cariño y devoción de honor de la Madre de Dios y con deseo de convertirse y llevar una vida más santa.

La devoción del Santo Escapulario.
Muy pronto empezaron a notarse en todas partes las bendiciones y ayudas tan especiales que la Madre de Dios concedía a los que llevaban con fe y devoción el Santo Escapulario. Incendios que se detenían, inundaciones que cesaban, tentaciones que se alejaban y pecadores que se convertían. En Francia en plena batalla el rey Luis XI vio que a un soldado le llegaba una flecha dirigida hacia su corazón y en cambio se le clavaba el escapulario y no le hacía ningún daño. Inmediatamente el rey y todos sus generales pidieron el escapulario y se lo colocaron. Ya sabemos que lo que salva de los peligros no es el escapulario en sí, sino la Santísima Virgen que protege y defiende a quienes llevan esa insignia como señal del aprecio y la devoción que sienten por ella. Ahora la Santa Iglesia Católica ha declarado que el escapulario se puede reemplazar por una medalla de la Virgen y esta sigue haciendo prodigios cada día a favor de quienes llevan con devoción el Santo Escapulario o su medalla y se esfuerzan por volverse mejores creyentes.
Antiguas tradiciones narraban que la Santísima Virgen había prometido visitar en el purgatorio a sus devotos. Por eso la devoción de la Virgen del Carmen está muy ligada a la devoción a las benditas almas. ¡Que Nuestra Señora del Carmen siga protegiendo a nuestro pueblo y le consiga la gracia de convertirse y llegar a la santidad!




Consagración a la Virgen del Carmen

El devoto de la Virgen del Carmen procurará cada día -cuando mejor pueda- hacer esta consagración a su Madre:
"¡Oh, María, Reina y Madre del Carmelo! Vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida es como un pequeño tributo por tantas gracias y beneficios como he recibido de Dios a través de tus manos.
Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu escapulario, te ruego que sostengas con tu fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente y aumentes en mi la fe, la esperanza y la caridad, para que cada día pueda rendirle el tributo de mi humilde homenaje.
El santo escapulario atraiga sobre mí tus miradas misericordiosas, sea para mi prenda de tu particular protección en luchas de cada día y constantemente me recuerdes el deber de pensar en Ti y revestirme de tus virtudes.
De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.
¡Oh, Madre amabilísima! Sostenme con tu amor indefectible, a fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día cambiar tu escapulario por el eterno vestido nupcial y habitar contigo y con los santos del Carmelo en el reino de tu Hijo". Amén.

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